

El reciente “torniquete” monetario implementado por el Gobierno argentino para contener el valor del dólar ha logrado una moderación parcial en la dinámica de precios, pero la batalla contra la inflación en el rubro de alimentos y bebidas, que más pesa en el bolsillo de los argentinos, sigue siendo ardua.
A pesar de una desaceleración en algunas mediciones, los incrementos mensuales superan el 3% y las proyecciones para agosto aún se mantienen en terreno positivo, aunque con optimismo cauto.
Según varias consultoras privadas, el efecto de las medidas oficiales se ha hecho notar. Damián Di Pace, de Focus Market, señaló una desaceleración “punta a punta” en los precios de alimentos y bebidas, pasando de una suba del 3,2% en la primera semana de agosto a un 1,7% en la tercera. Esta tendencia es un respiro para los consumidores, aunque el acumulado mensual sigue siendo una preocupación.
El análisis de la consultora LCG revela que los alimentos y bebidas acumularon un aumento del 3,1% en lo que va de agosto. El desglose de los datos muestra un claro patrón de incrementos marcados en categorías específicas:
Economistas como Camilo Tiscornia, de C&T, y Claudio Caprarulo, de Analytica, coinciden en señalar que estas subas están influenciadas por factores estacionales, como el precio de las verduras (ej. el tomate), y el repunte en la demanda de bebidas. Sin embargo, en otros rubros se percibe una “bastante tranquilidad”.
Desde el sector de la distribución, el rechazo a las constantes remarcaciones es palpable. Armando Farina, vicepresidente de la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas (CADAM), explicó que no están convalidando las listas de precios actualizadas. “No estamos comprando con las listas nuevas, seguimos pidiendo con un descuento porque no queremos convalidar los precios“, afirmó.
Farina aclaró que hay productos con una vinculación directa con el dólar, como el café o el aceite, que sí o sí han tenido aumentos de entre el 5% y el 8%. No obstante, enfatizó que la mayoría de los proveedores ahora calculan sus costos de producción en base a la línea de fabricación y no directamente al tipo de cambio.
El panorama del consumo presenta una dicotomía. Mientras los datos de Focus Market muestran una caída interanual del 4,3% en julio de 2025, el sector mayorista percibe dos realidades de consumo muy distintas. Por un lado, el trabajador asalariado con paritarias, que “está mucho mejor que un año atrás“, y por el otro, el trabajador informal, un segmento de la población que “no lo está pasando bien“.
La nota económica se debate entre los datos de desaceleración y el impacto real en el poder adquisitivo, que aún se ve golpeado por la persistencia de la inflación, especialmente en el crucial rubro de los alimentos.