

El próximo 26 de octubre, Mendoza tiene ante sí la posibilidad de elegir un camino diferente, marcado por la coherencia, las propuestas concretas y un profundo compromiso local. Frente al evidente agotamiento de las fuerzas tradicionales y los desesperados acuerdos electorales de último momento, la provincia puede dar un mensaje contundente optando por un proyecto propio, que defienda realmente las necesidades de los mendocinos sin subordinarse a pactos nacionales o negociaciones oportunistas.
La crisis interna de quienes se presentan como opciones, pero no logran ponerse de acuerdo ni entre ellos mismos, nos lleva a preguntarnos cómo podrían resolver los problemas estructurales de Mendoza. Por otra parte, observamos una fuerza política dispuesta a sacrificar sus ideales históricos con tal de sobrevivir a una coyuntura nacional adversa, olvidándose de los principios que alguna vez defendieron frente a la ciudadanía.
En este contexto, es momento de que Mendoza se anime a salir del molde y confiar en una alternativa auténticamente provincial. Nuestra tierra siempre ha sido símbolo del trabajo, del esfuerzo cotidiano de miles de mendocinos que buscan dignidad y oportunidades. Este debe ser el núcleo de cualquier propuesta política seria, tanto a nivel provincial como nacional.
La elección concurrente, con dos urnas claramente diferenciadas, presenta una oportunidad inédita. Allí, la ciudadanía tiene el poder de marcar una clara diferencia; tanto la urna provincial como la nacional deben pintarse de verde, como símbolo de un nuevo comienzo basado en la protección de nuestros recursos naturales, nuestra identidad regional y nuestros derechos esenciales.
La provincia merece una fuerza política que entienda que el Estado debe brindar servicios esenciales de calidad, garantizar el acceso a la vivienda, educación, salud y seguridad, y promover la obra pública como un verdadero motor del desarrollo económico y social, siempre en articulación con un sector privado dinámico y responsable. Además, es fundamental proteger a nuestros adultos mayores, quienes trabajaron toda su vida para merecer una jubilación digna, y respaldar con políticas inclusivas a los sectores más vulnerables frente al poder económico.
Tenemos la responsabilidad histórica de marcar un rumbo claro, porque estas elecciones no solo definirán el futuro de Mendoza, sino que pueden convertirse en un ejemplo nacional de cómo construir una política distinta, comprometida y profundamente arraigada en la defensa de lo local. Este camino debe aprovecharse para consolidar un verdadero espíritu mendocino, dejando atrás disputas estériles y alianzas pasajeras.
El próximo 26 de octubre, cuando estés frente a las urnas, recordá que la provincia y el país deben defenderse con hechos concretos y no con palabras vacías ni discursos oportunistas. Mendoza tiene que pintarse de verde, no por capricho, sino por convicción y por futuro. Elegir verde es elegir un modelo de provincia y de país que nos represente y nos cuide.