La economía argentina entra, una vez más, en la misma senda reiterativa de la cual no parece poder salir nunca: la restricción externa. Las medidas de emergencia tomadas por este gobierno en busca de dólares no difieren en nada de las de gestiones anteriores y solo buscan apurar la liquidación del campo. Pero tales medidas tienen un límite: la cantidad y temporalidad de esos dólares.
Economía | 24 jul 2025
Reservas
Dólares y reservas, el fin de la liquidación del campo aumenta las tensiones
La baja temporal de retenciones generó dólares rápidos, pero se agota el efecto: vuelve la escasez cambiaria y crecen las tensiones sobre el dólar.

Javier Milei y Luis Caputo (al igual que las gestiones anteriores que dicen aborrecer) inventaron su propia receta anabólica para intentar incentivar las liquidaciones del complejo agropecuario. Pero la baja de retenciones, si bien aceleró algunas liquidaciones, tiene su final, no solo porque el gobierno lo dictamine, sino porque hay una temporalidad insalvable, que es el período de cosecha.
Desde mañana, la menor disponibilidad de divisas en el mercado cambiario aumentará las tensiones, justo en el momento en que crecen las presiones sobre el dólar porque el mercado sabe de las necesidades del Presidente y su equipo económico en plena negociación silenciosa con el Fondo, y como se dice: ya le picó el boleto a esa necesidad.
Hasta el 30 de junio, la rebaja en los derechos de exportación generó una importante entrada de divisas que sostuvo el equilibrio cambiario y permitió un respiro en medio de la presión electoral. Sin embargo, la medida fue transitoria y su impacto se diluye con rapidez. Según datos oficiales y privados, los exportadores ingresaron más de 4.500 millones de dólares bajo el esquema de retenciones reducidas, que se partieron raudos por otra ventanilla entre pago de deuda, formación de activos externos, importaciones y turismo, sin permitirle al Gobierno acumular reservas y cumplir con las metas del FMI.
El efecto búmeran de la rebaja de retenciones
En su afán por reforzar las reservas en el segundo trimestre, el Gobierno utilizó una herramienta eficaz, pero de corto alcance: reducir temporalmente las alícuotas a la soja (de 33% a 26%) y al maíz (de 12% a 9,5%). La respuesta fue inmediata: los productores se apresuraron a fijar precios y declarar exportaciones, en una dinámica similar a la del "dólar soja" de años anteriores.
Pero las liquidaciones y la cosecha tienen un límite, y el Gobierno no aprendió que la manta corta o te tapa la cabeza o te tapa los pies, y los dólares que entraron adelantados hasta hoy son los que no entrarán a partir de mañana, acelerando las tensiones del tipo de cambio.
Durante las primeras semanas de julio se mantuvo un volumen alto de ingreso de divisas, con una liquidación cercana a los 1.100 millones de dólares semanales, pero con Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) en niveles mínimos, apenas 250 millones.
Ese desfase temporal entre declaración y liquidación termina este miércoles 23 de julio, fecha hasta la cual las operaciones con retenciones reducidas aún pueden liquidarse. Después, el flujo esperable de divisas se desploma.
Tensión cambiaria y señales contradictorias
El impacto ya se percibe en la evolución del dólar. En solo un mes, la cotización mayorista subió un 13%, hasta los 1.295 pesos (y hoy lunes continuaba en alza), empujado por la combinación de alta demanda de divisas, expectativas devaluatorias y la falta de una ancla fiscal o monetaria clara.
Ni siquiera los altos rendimientos en pesos –que superan el 4% mensual en Lecaps– otorgados a los bancos para que sequen la plaza de pesos logran contener la presión: la dolarización preelectoral avanza, como ocurre cíclicamente en los años impares.
El Tesoro intervino en el mercado comprando 500 millones, según informó Bloomberg Línea, pero lo hizo convalidando un tipo de cambio cercano al oficial, lo cual fue interpretado por los analistas como una aceptación tácita de una devaluación progresiva, avalando de hecho una nueva banda inferior para la cotización del dólar.
Energía y minería: la pobre esperanza del tercer trimestre
Frente al “desierto de dólares” que se avecina, el oficialismo apuesta a que otros sectores, como la energía y la minería, compensen la menor oferta del agro, pero la esperanza parece vana: son sectores que, por ahora, no llegan ni por asomo a los valores que liquida el campo.
Las cifras de CIARA-CEC, que agrupa a los grandes exportadores del complejo sojero-cerealero, anticipan un bimestre de baja actividad, con los programas de embarque ya prácticamente completos y sin nuevo incentivo para vender.
Menos dólares, más tensión
A medida que se disipa el efecto de la rebaja de retenciones, se confirma un escenario ya anticipado por los analistas: caída abrupta en la oferta de divisas comerciales, tensión creciente en el mercado cambiario y resistencia del dólar a las herramientas tradicionales de control. Con un agravante donde el Gobierno tampoco se diferencia de sus antecesores: negar con ahínco la situación. Lo que se avecina no es otra cosa que el regreso de la escasez cambiaria estructural, con todo lo que eso implica.


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