

El productor y consultor ganadero Víctor Tonelli advirtió que el consumo de carne vacuna en Argentina aún continúa en “números rojos”: este primer semestre cerró en un promedio de 49 kg por habitante, apenas superior a los 44 kg del año pasado, pero lejos de los 82 kg consumidos hace seis décadas .
Tonelli explicó que el abandono del vacuno es producto de un cambio cultural y económico: hoy se ingiere más carne en general, pero menos vacuna, ya que el pollo y el cerdo aumentaron su presencia de 12 a 65 kg anuales por persona . Además, destacó que el vacuno es más caro y menos eficiente de producir.
En relación con los temores sobre una supuesta invasión de carne brasileña, Tonelli fue categórico: “eso es mentira. No entra un solo kilo de carne con hueso desde Brasil”, aclarando que solo se importa bondiola de cerdo . Además, afirmó que la importación de vacuna representa apenas el 0,05% del consumo interno, un impacto irrelevante .
Respecto a las exportaciones, Tonelli indicó que aunque hubo una recuperación progresiva, estas habían estado prácticamente prohibidas hasta hace un año y medio, situación que Paraguay y Brasil aprovecharon para ganar terreno .
Los datos del CICCRA confirman esta tendencia: en mayo se consumieron 49,5 kg por persona, apenas un 0,5 % más que en 2024, pero todavía muy por debajo del registro histórico . Así, el récord de consumo de mediados del siglo XX parece lejano frente a una dieta cárnica cada vez más mezclada.
Este cambio no solo refleja preferencias, sino también realidades económicas: la carne vacuna está por encima de la inflación, con aumentos que superan en un 14 % al IPC . En mayo, los precios subieron un 2,6 % contra un IPC de 1,5 % —un factor que desalienta el consumo—.
En resumen, el asado emblemático ya no ocupa el lugar de antes en la mesa argentina. El vacuno retrocede ante pollo y cerdo, impulsado por costos, eficiencia y cambios en la dieta. Una transición estructural que no responde a tendencias pasajeras, sino a una adaptación profunda de los argentinos.