La comunidad internacional debería prestar atención al fuerte llamado a favor de la paz que realizó el domingo el papa León XIV después del habitual rezo semanal, en el Vaticano, ante cientos de fieles y en momentos en los que se intensificaba el conflicto entre Israel e Irán.
Como era de esperar, el Papa se detuvo en las consecuencias que todo enfrentamiento bélico supone para la población civil en general. Desafiante, el jefe de la Iglesia destacó que “no existen conflictos lejanos cuando la dignidad humana está en juego. Cada miembro de la comunidad internacional tiene una responsabilidad moral: detener la tragedia de la guerra antes de que se convierta en un abismo irreparable”.
De algún modo, León XIV acaba de tomar la línea que ya había trazado su antecesor, el papa Francisco, con respecto al riesgo creciente de un conflicto bélico a gran escala. No debe olvidarse que el Pontífice argentino reiteraba su preocupación sobre el tema.
Hace prácticamente un año, en uno de sus últimos viajes antes del gran deterioro de su salud, Francisco decía desde Bélgica: “Estamos cerca de una guerra casi mundial”. Apoyaba así su convencimiento de que el mundo estaba atravesando “una guerra a pedacitos”, una de sus más populares definiciones sobre una crisis mundial que influía en el aumento de la pobreza y el desamparo de los excluidos y migrantes.
Retomando la participación de León XIV, es muy importante poner en valor el alcance de sus dichos porque a lo que apela, claramente, es a que la comunidad internacional salga de un letargo ya prolongado, muy notorio desde hace años.
Europa, por ejemplo, no consigue que alguna acción de buena voluntad pueda encarrilar el drama de Ucrania, en guerra con Rusia luego de la acción intempestiva del gobierno de Moscú desde hace más de tres años. Sólo víctimas civiles y graves daños. Un desenlace incierto.
En el caso actual de Medio Oriente, no cabe ninguna duda de que el régimen teocrático de Irán debía ser neutralizado por sus avances en materia nuclear y por el aporte que durante décadas ha efectuado a organizaciones terroristas que combaten a Israel, incluso más allá de su territorio. Argentina supo de esa crueldad con los tristes atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA en 1992 y 1994. Y los hechos ocurridos el 7 de octubre de 2023 contra territorio israelí no merecen más que repudio.
Finalmente, el anuncio de un acuerdo de cese el fuego entre Israel e Irán realizado por el presidente de EEUU, Donald Trump, luego de que su país participase en forma gravitante con su poderío bélico a favor de una de las partes, no deja a priori certezas hacia adelante.
Por lo tanto, claramente a lo que se refiere el actual jefe de la Iglesia Católica es a la necesidad de que la comunidad internacional deje de ser pasiva espectadora de los sucesos violentos y bélicos y sepa debatir sobre el actual contexto, para poder alzar la voz cuando los límites de la lógica defensa de los países sean desbordados.