

A tan solo 17 días del fallecimiento del Papa Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio, la Iglesia Católica ya tiene un nuevo líder. El papa Nº267 en la historia de la Iglesia Católica fue elegido en un cónclave histórico y será quien suceda a Francisco, quien dejó un legado trascendental tras su fallecimiento el pasado 21 de abril.
Robert Prevost nació en Chicago en 1955, y criado en una familia católica de raíces obreras, Prevost ingresó a la Orden de San Agustín en su juventud, impulsado por una vocación misionera que se consolidó con sus estudios de filosofía y teología en la Catholic Theological Union y posteriormente en Roma, donde se doctoró en Derecho Canónico.
Fue ordenado sacerdote en 1982, y pronto comenzó una trayectoria que lo llevaría fuera de Estados Unidos.
El cónclave más numeroso de la historia
El cónclave para elegir al sucesor de Bergoglio comenzó el miércoles 7 de mayo a las 11.30 de la mañana (hora de Argentina, 16.30 en Italia), con la participación de los 133 cardenales electores convocados para la ocasión, convirtiéndose en el cónclave más numeroso de la historia. De ellos, 99 fueron nombrados por el propio Francisco durante su pontificado, lo que reafirma su influencia en la configuración del futuro de la Iglesia.
Tras dos votaciones fallidas, el cónclave eligió
Alrededor de las 15 (hora argentina), se realizó la primera fumata, que fue negra, indicando que no se había alcanzado un acuerdo. La segunda votación se llevó a cabo a las 5 de la mañana del jueves 8 (hora de Argentina), con el mismo resultado: el humo volvió a ser negro. Sin embargo, cerca del mediodía, la situación cambió. El humo blanco se elevó desde la chimenea de la Capilla Sixtina, anunciando que el cónclave había llegado a un consenso y que [nombre del nuevo Papa] había sido elegido como el nuevo pontífice.
La elección del nuevo Papa se da en un momento de transición clave para la Iglesia, que tras la muerte de Francisco, enfrenta nuevos desafíos en un mundo cada vez más secularizado, marcado por conflictos sociales, cambios culturales y crisis de fe. El nuevo pontífice tendrá la misión de continuar el camino iniciado por Bergoglio, con especial foco en la renovación pastoral, el diálogo interreligioso y la transparencia institucional.
Este cónclave no solo marcó un récord por su número de participantes, sino también por el peso simbólico que recayó sobre sus hombros: elegir al sucesor de un Papa que revolucionó la imagen y el rumbo de la Iglesia desde su histórica elección en 2013.